Caperucita Roja
Caperucita iba cantando por el camino que su mamá le había dicho y , de repente, se encontró con el lobo y le dijo: "Caperucita, Caperucita, ¿dónde vas?". "A casa de mi abuelita a llevarle pan, chocolate, azúcar y dulces". "¡Vamos a hacer una carrera! Te dejaré a ti el camino más corto y yo el más largo para darte ventaja." Caperucita aceptó pero ella no sabía que el lobo la había engañado. El lobo llegó antes y se comió a la abuelita.
Cuando ésta llegó, llamó a la puerta: "¿Quién es?", dijo el lobo vestido de abuelita. "Soy yo", dijo Caperucita. "Pasa, pasa nietecita". "Abuelita, qué ojos más grandes tienes", dijo la niña extrañada. "Son para verte mejor". "Abuelita, abuelita, qué orejas tan grandes tienes". "Son para oírte mejor". "Y qué nariz tan grande tienes". "Es para olerte mejor". "Y qué boca tan grande tienes". "¡Es para comerte mejor!".
Caperucita empezó a correr por toda la habitación y el lobo tras ella. Pasaban por allí unos cazadores y al escuchar los gritos se acercaron con sus escopetas. Al ver al lobo le dispararon y sacaron a la abuelita de la barriga del lobo. Así que Caperucita después de este susto no volvió a desobedecer a su mamá. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
FIN
NUESTROS AMIGOS DE TRES AÑOS ESTÁN TRABAJANDO EL CUENTO DE CAPERTUCITA ROJA Y HAN HECHO UNOS MURALES MUY BONITOS.
AQUI PODEIS LEER EL CUENTO Y TAMBIÉN IMPRIMIR LAS MARIONETAS DE DEDO PARA JUGAR.
RECORTA LAS MARIONETAS Y JUEGAS CON ELLAS
RECORTA LAS MARIONETAS Y ANÍMATE A JUEGAR CON ELLOS
AQUÍ TENEMOS UN VIDEO DEL CUENTO DE CAPERUCITA
LA FAROLA DORMILONA
Las farolas, trabajaban por la noche y dormían por el día.
Cerraban sus ojos cuando llegaba el sol, y dormían durante horas. Más tarde,
cuando comenzaba a oscurecer, los ojos de las farolas, llenos de luz, se
encendían para iluminar las calles.
Así era su vida y a todas les gustaba vivir así: de noche, en calles vacías, con toda la ciudad durmiendo y la luna en lo más alto presidiendo el cielo. A todas menos a una. Vivía en un parque de la ciudad y la llamaban la farola dormilona porque se pasaba la noche durmiendo y por el día, cuando nadie necesitaba de su luz, se mantenía encendida y brillante. Sus compañeras se pasaban el día regañándola:
- ¡Como sigas así acabarán por pensar que estás estropeada!
- Claro, por el día no eres más que un gasto de electricidad innecesario.
La farola dormilona sabía que sus amigas tenían razón, pero no podía evitarlo. A ella le gustaba estar despierta de día, cuando la calle estaba llena de gente.
- Pero es que la noche es tan aburrida… Nunca pasa nada, ni nadie…
Hasta que un día llegó al parque un viejo búho. Se había escapado del bosque porque sus ojos cansados ya no podían ver en la oscuridad como antes.
- Vete a la ciudad – le habían dicho sus amigos –. Allí siempre hay luz, incluso de noche.
Había llegado hasta el parque donde vivía la farola dormilona. Tal y como era su costumbre, durmió todo el día y por la noche, al abrir los ojos, se encontró con aquella cálida luz de las farolas.
Todas las farolas se pasaron días comentando la belleza y singularidad de aquel canto del búho, tan diferente a lo que habían escuchado hasta entonces. Todas, menos la farola dormilona…
- Pero, ¿ese tal búho no puede cantar por las mañanas?
- No, si quieres escucharlo tendrás que quedarte despierta por la noche, como todas las demás.
La farola dormilona, permaneció con sus dos ojos luminosos abiertos. Era la primera vez que se quedaba despierta y le sorprendió la belleza de la luna, el sonido de los grillos entre los arbustos y sobre todo, aquel canto profundo del viejo búho.
Así era su vida y a todas les gustaba vivir así: de noche, en calles vacías, con toda la ciudad durmiendo y la luna en lo más alto presidiendo el cielo. A todas menos a una. Vivía en un parque de la ciudad y la llamaban la farola dormilona porque se pasaba la noche durmiendo y por el día, cuando nadie necesitaba de su luz, se mantenía encendida y brillante. Sus compañeras se pasaban el día regañándola:
- ¡Como sigas así acabarán por pensar que estás estropeada!
- Claro, por el día no eres más que un gasto de electricidad innecesario.
La farola dormilona sabía que sus amigas tenían razón, pero no podía evitarlo. A ella le gustaba estar despierta de día, cuando la calle estaba llena de gente.
- Pero es que la noche es tan aburrida… Nunca pasa nada, ni nadie…
Hasta que un día llegó al parque un viejo búho. Se había escapado del bosque porque sus ojos cansados ya no podían ver en la oscuridad como antes.
- Vete a la ciudad – le habían dicho sus amigos –. Allí siempre hay luz, incluso de noche.
Había llegado hasta el parque donde vivía la farola dormilona. Tal y como era su costumbre, durmió todo el día y por la noche, al abrir los ojos, se encontró con aquella cálida luz de las farolas.
Todas las farolas se pasaron días comentando la belleza y singularidad de aquel canto del búho, tan diferente a lo que habían escuchado hasta entonces. Todas, menos la farola dormilona…
- Pero, ¿ese tal búho no puede cantar por las mañanas?
- No, si quieres escucharlo tendrás que quedarte despierta por la noche, como todas las demás.
La farola dormilona, permaneció con sus dos ojos luminosos abiertos. Era la primera vez que se quedaba despierta y le sorprendió la belleza de la luna, el sonido de los grillos entre los arbustos y sobre todo, aquel canto profundo del viejo búho.
Manualidades
BÚHOS DE CARTÓN RECICLADOS
En
nuestra historia aparecía un viejo búho al que le fallaba la vista y necesitaba
de la luz de las farolas para ver en la oscuridad.
Para complementar el cuento en el aula proponemos un sencillo taller en el que con un material reciclaje muy peculiar daremos vida a nuestro amigo el búho.
No necesitáis otra cosa que cartones de rollo de papel higiénico y las pinturas, bolígrafos o colores que queráis utilizar.
Para complementar el cuento en el aula proponemos un sencillo taller en el que con un material reciclaje muy peculiar daremos vida a nuestro amigo el búho.
No necesitáis otra cosa que cartones de rollo de papel higiénico y las pinturas, bolígrafos o colores que queráis utilizar.
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